¿Demuestran el Brexit y Trump que vivimos en una simulación por ordenador?
culturacientifica.com
Acontecimientos políticos recientes han puesto al mundo del revés. El Reino Unido votando a favor del Brexit y los Estados Unidos eligiendo a Donald Trump como presidente eran cosas impensables hace 18 meses. De hecho, son tan extraordinarias que algunos se han preguntado si no podrían ser un indicio de que estamos realmente viviendo en algún tipo de simulación por ordenador o experimento alienígena.
Estos acontecimientos inesperados podrían ser experimentos para ver como nuestros sistemas políticos se las arreglan bajo presión. O podrían ser bromas crueles a nuestra costa realizadas por los guardianes alienígenas del zoo. O puede que sean solo pequeños problemas técnicos en el sistema que se suponía que no tenían que pasar. Quizás la reciente confusión en los Oscars o la improbable victoria del Leicester City en la Premier League inglesa o la de los New England Patriots en la Superbowl sean fallos similares.
Haciéndose eco del filósofo Nick Bostrom, Musk argumentaba que la potencia computacional está aumentando tan rápidamente que nuestros descendientes encontrarían fácil llevar a cabo tantas simulaciones del universo como quisieran. Esto llevaría a un número ilimitado de universos simulados, pero solo seguiría habiendo un solo universo real. Las probabilidades de que el nuestro fuese el real serían infinitesimales.
Cada vez más venimos a darnos cuenta de que estas limitaciones éticas aplican no solo a los otros humanos, sino a todos los seres capaces de sufrir, incluyendo tanto a animales como a las inteligencias artificiales conscientes. Bostrom ha argumentado que en tanto una consciencia es capaz de experiencia subjetiva, el dolor o el miedo son experimentados de la misma manera, independientemente de si se manifiesta en neuronas o circuitos.
Puede que aún no tengamos una inteligencia artificial consciente, pero la Unión Europea ya está redactando borradores de propuestas para la protección de las “personas electrónicas”. E, igual que estaría mal para nosotros llevar a cabo experimentos crueles con una inteligencia artifical consciente, también estaría mal para nuestros amos digitales el realizarlos con nosotros. Esta es una buena razón para pensar que las civilizaciones avanzadas elegirían no simular nuestro mundo, incluso si tuvieran la capacidad técnica de hacerlo, porque hacerlo sería moralmente malo.
Monstruosidad moral
Bostrom argumenta que no está claro que crear un universo como el nuestro estaría mal, a pesar del sufrimiento que existe. También señala que nuestros posibles amos digitales, como los dioses de las religiones tradicionales, podrían recompensarnos con un gozoso más allá (simulado). Esta es una respuesta teológica tradicional a lo que se conoce como el problema del mal. Pero aún permanece la pregunta de si es ético hacernos sufrir primero y dar una compensación después.
Acontecimientos políticos recientes han puesto al mundo del revés. El Reino Unido votando a favor del Brexit y los Estados Unidos eligiendo a Donald Trump como presidente eran cosas impensables hace 18 meses. De hecho, son tan extraordinarias que algunos se han preguntado si no podrían ser un indicio de que estamos realmente viviendo en algún tipo de simulación por ordenador o experimento alienígena.
Estos acontecimientos inesperados podrían ser experimentos para ver como nuestros sistemas políticos se las arreglan bajo presión. O podrían ser bromas crueles a nuestra costa realizadas por los guardianes alienígenas del zoo. O puede que sean solo pequeños problemas técnicos en el sistema que se suponía que no tenían que pasar. Quizás la reciente confusión en los Oscars o la improbable victoria del Leicester City en la Premier League inglesa o la de los New England Patriots en la Superbowl sean fallos similares.
El
problema de usar estos complicados acontecimientos políticos como
prueba de que nuestro mundo es una simulación es lo poco ética que sería
una situación así. Si hubiese realmente un poder robot o alienígena que
fuese lo suficientemente inteligente para controlar nuestras vidas de
esta manera, existe una alta probabilidad de que hubiesen desarrollado
el sentido moral de no hacerlo.
Los filósofos han estado discutiendo la posibilidad de que el mundo sea solo una ilusión durante cientos de años. Volvió recientemente a la atención pública cuando el fundador de SpaceX y Tesla Elon Musk sugirió que probablemente estemos viviendo en una simulación por ordenador, una versión para la vida real de The Matrix.Haciéndose eco del filósofo Nick Bostrom, Musk argumentaba que la potencia computacional está aumentando tan rápidamente que nuestros descendientes encontrarían fácil llevar a cabo tantas simulaciones del universo como quisieran. Esto llevaría a un número ilimitado de universos simulados, pero solo seguiría habiendo un solo universo real. Las probabilidades de que el nuestro fuese el real serían infinitesimales.
Bostrom llega a la
conclusión de que una de estas tres cosas tiene que ser ciertas. O bien
la humanidad se extingue antes de que desarrolle una tecnología que haga
posibles las simulaciones. O las civilizaciones avanzadas escogen
libremente no llevar a cabo esas simulaciones. O estamos probablemente
viviendo en una simulación. Bostrom y Musk apuestan por esta última
opción.
La cuestión a la que nos enfrentamos es si
acontecimientos inesperados como Trump o el Brexit hacen más o menos
posible que estemos viviendo en una simulación. ¿Son el tipo de cosa que
esperaríamos ver en un universo simulado?
Los
politólogos habitualmente no pueden realizar experimentos en el mundo
real para comprobar sus teorías como hacen otros científicos. Pero, ¿qué
pasaría si pudiesen llevar a cabo una gigantesca simulación por
ordenador para conseguir sus datos’ Brexit y Trump podrían ser
experimentos deliberados diseñados para ver lo que ocurre cuando
características claves de nuestro mundo se ponen bajo presión. ¿Puede la
constitución de Estados Unidos protegerse a sí misma, incluso cuando
los funcionarios son malévolos o incompetentes? ¿Puede el Reino Unido
prosperar fuera de la Unión Europea? ¿Puede la democracia sobrevivir sin
la protección de la OTAN?
Pero los experimentos en política global en el mundo real no solo serían prohibitivamente difíciles y caros. También serían inmorales.
Está mal hacer sufrir a los sujetos de una investigación sin su
consentimiento informado. El conocimiento puede ser valioso, pero no lo
suficientemente valioso como para justificar la crueldad en su búsqueda.Cada vez más venimos a darnos cuenta de que estas limitaciones éticas aplican no solo a los otros humanos, sino a todos los seres capaces de sufrir, incluyendo tanto a animales como a las inteligencias artificiales conscientes. Bostrom ha argumentado que en tanto una consciencia es capaz de experiencia subjetiva, el dolor o el miedo son experimentados de la misma manera, independientemente de si se manifiesta en neuronas o circuitos.
Puede que aún no tengamos una inteligencia artificial consciente, pero la Unión Europea ya está redactando borradores de propuestas para la protección de las “personas electrónicas”. E, igual que estaría mal para nosotros llevar a cabo experimentos crueles con una inteligencia artifical consciente, también estaría mal para nuestros amos digitales el realizarlos con nosotros. Esta es una buena razón para pensar que las civilizaciones avanzadas elegirían no simular nuestro mundo, incluso si tuvieran la capacidad técnica de hacerlo, porque hacerlo sería moralmente malo.
Monstruosidad moral
Bostrom argumenta que no está claro que crear un universo como el nuestro estaría mal, a pesar del sufrimiento que existe. También señala que nuestros posibles amos digitales, como los dioses de las religiones tradicionales, podrían recompensarnos con un gozoso más allá (simulado). Esta es una respuesta teológica tradicional a lo que se conoce como el problema del mal. Pero aún permanece la pregunta de si es ético hacernos sufrir primero y dar una compensación después.
Este
argumento tampoco salva la sugerencia de que los acontecimientos
recientes hacen más probable una simulación, más bien al contrario.
Cuanto peor se vuelve el mundo, menos probable es que sea moralmente
aceptable haberlo creado.
Por supuesto, incluso si
simular nuestro mundo está mal, nuestros amos digitales lo podrían hacer
de todos modos. No todas las civilizaciones avanzadas técnicamente son
morales. Los nazis eran conocidos por su capacidad técnica. No es
disparatado pensar que una victoria alemana en la Segunda Guerra
Mundial, si bien una monstruosidad moral, no habría sido un desastre
para la ciencia.
Pero hay una razón por la que el mundo descrito por Philip K. Dick en The Man in the High Castle [El
hombre en el castillo], que recoge una situación así, está amenazado
por una destrucción nuclear inminente. Sin la ética para limitar su uso,
la ciencia y la tecnología son peligros graves para la supervivencia
humana.
Lo que hace mucho más probable que una
simulación del universo no sea creada nunca. O bien nuestros
descendientes serán lo suficientemente éticos para no destruirse unos a
otros y por tanto suficientemente éticos como para no simular un
sufrimiento como el nuestro, o la humanidad se extinguirá antes de que
sea capaz.
Tal y como dijo W. H. Auden, “debemos
amarnos unos a otros o morir”. Y nunca pondríamos a criaturas a las que
amamos en un mundo simulado lleno de malaria, hambrunas, guerras
civiles…y Donald Trump.
Sobre el autor: Michael Frazer es profesor de teoría social y política en la Universidad de East Anglia
Texto traducido y adaptado por César Tomé López a partir del original publicado por The Conversation el 10 de marzo de 2017 bajo una licencia Creative Commons (CC BY-ND 4.0)
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